domingo, 30 de octubre de 2011

Una vez más, los tambores no callaron...

Se reunieron, sus tambores los hicieron reunirse. 
Debatieron, el fuego templó sus cueros y sus voces, y en paz y con respeto hablaron de mucho. 
Se miraron las caras, conocieron sus ojos, nos hicieron conocer sus pasiones y compartieron esa emoción. 





Ayer "Los tambores no callan" se reunieron en la Biblioteca Popular de Barracas y nos invitaron a quienes no los conocíamos mucho, a ser parte de eso tan contundente que hacen cada vez que algo nuevo los convoca. 
Mucha gente hermosa compartió su experiencia y su trabajo profundo en esta propuesta musical, en apoyo a causas sociales. 




Compartieron eso que nos convocó a todos por igual, la pasión por la danza y el toque de candombe afro montevideano, y el compromiso por hacer escuchar algunas voces. 
Invitan a ser parte activa de esta construcción colectiva, una movida que abre las bocas, los oídos y los cuerpos a no callar más.


Una hermosa noche, gente muy linda y ojos con ese brillo que uno sabe que nunca se va a apagar. 


No podría explicarlo todo. Conozcan y vengan, da ganas de no quedarse nunca más quieto y mucho menos callado.
www.lostamboresnocallan.blogspot.com

lunes, 24 de octubre de 2011

Instrucciones para cantar

Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvidese
Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo. Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.


Julio Cortázar

martes, 18 de octubre de 2011

Confesión del Viento

El viento me confió cosas
que siempre llevo conmigo,
me dijo que recordaba
un barrilete y tres niños,
que el sauce estaba muy débil,
que en realidad él no quiso,
que fue uno de esos días
que todo es un estropicio.

Me dijo que los pichones
a veces de apresurados
caen al suelo indefensos
y él no consigue evitarlo.
Me habló de arenas de agosto,
de cartas de enamorados,
del humo en las chimeneas,
del fuego abrazando el árbol.

Iba quebrado de culpas
y seguía confesando.
En su lomo de distancias
no cabalgaba ni un pájaro.
Era un fantasma ese viento,
un alma en pena penando
y en ese telar de angustias
tejió sus babas el diablo.

Me dijo que recordaba
que en realidad él no quiso.
un barrilete y dos niños.
Me habló de arenas al cielo
y chimeneas al piso,
de cartas de enamorados,
que todo es un estropicio.

Era un fantasma ese viento,
tejió sus babas el diablo,
iba quebrado de culpas
y no consigue evitarlo.
En ese telar de angustias
el fuego abrazando el árbol,
el sauce estaba muy débil
y seguía confesando.


Le pregunté por las chapas
del techo de los de abajo
dijo: “el hombre ha de luchar
para conseguir los clavos
en vez de hincarse a rezar
para olvidar sus quebrantos
o de sentarse a esperar
regalos eleccionarios”.

Me sorprendió la respuesta
pero no quise atajarlo,
pues cuando lleva razón
vaya, ¡quién quiere pararlo!

El viento me confió cosas
que siempre llevo conmigo,
que siempre llevo conmigo.



Letra: Roberto Yacomuzzi
Música: Juan Falú