lunes, 30 de abril de 2012

Y sí...

De repente las cosas empiezan a tomar dimensión en mi cabeza y en mi realidad. 
Ultimo día de trabajo, tengo que darme la vacuna, cambiar plata, ir a buscar las clavas arregladas, conseguir los colores de hilo que me faltan, comer lo que me queda en el freezer, imprimir las rutas, vaciar mi casa...
Vaciar mi casa. 
Desvestirla de toda planta, tapiz, imán, lucesita, marco y adorno, sacarle la identidad a mi casa. Vaciar esas paredes que al principio me parecieron frías y duras. Tengo que desmembrar cada rinconcito, pintar sobre mi obra un tapiz blanco, rígido, para que otra luz lo apropie.   
Pienso, dándome ánimo - Es una casa, es un departamento, son paredes, el hogar está en otros lados. 
Sigo.


Tengo que embalar las cosas de la cocina todas juntas, los libros y los discos van a lo de los viejos, los muebles al depósito para que cuando vuelva no sea todo un caos.


Quiero arreglar para verme con los del laburo, con los del barrio, juntarme a comer con la flia, con mis hermanos-amigos, los de sangre y los que me prestaron las vueltas de la vida. 
Y justo ahí me doy cuenta de que se quedan. No vienen conmigo. Ni las charlas, ni los cantos, ni los tambores, ni los chistes, ni ellos.
Con algunos hablamos de que nos íbamos a extrañar, pero ahora siento que los voy a extrañar. 
"Es difícil soltar y dejar lugar para extrañar" me dice una loca muy cuerda y tiene razón, pero le contesto que extrañar y añorar son las dos muy complicadas, así que... allá vamos. 


A la vuelta vamos a tener mucho de que charlar y tiempo para hacerlo.

miércoles, 25 de abril de 2012

Otoño


Duermo con el peso pesado sobre el cuerpo, envuelta en un montón de telas que me acarician suave al moverme.
Un sonido estridente me interrumpe los ojos pesados. Me muevo mecánicamente, de memoria, pero aún así torpe. 
Silencio.
Me refugio nuevamente entre las cobijas… mejor me siento.

Abro los ojos recordando cómo se hacía. Miro afuera, es de noche aún. Dos hojas bailan en mi balcón, sin poder evitarlo. Una luz se prende del oscuro edificio de enfrente, hay dos más no tan lejos.

En este momento no hay tiempo, la vida está detenida afuera y dentro. Intento inútilmente proyectar mi día… ¿qué día es? - Primero me tengo que levantar, digo en voz alta mientras permanezco sentada con los ojos cerrados.

El silbido del viento me recuerda que debo comenzar.
El tiempo de a poco comienza a andar.
Muy de a poco.


jueves, 19 de abril de 2012

Cantar no es gobernar un caudal aéreo o melódico. Es algo profuso y subterráneo. Caer en concavidades desconocidas y volver a la superficie con fuegos y metales, con picos y planicies, con savias y arenas.


Así cantan las abismales gargantas del indio, el africano y el asiático. Planeando tan alto y profundo entran en misteriosas guturaciones y convierten la voz en sustancia terrible, en llamado y revelación. Las guturaciones son el subsuelo del canto de donde salen los corcovos acompañados de quejidos, gritos, lamentos, arrastres, jadeos y trepidaciones. Mar de temblores que una garganta padece en el trance sonoro, cuando es organismo total, raíz y paredes, vida que se estremece. Canto comunitario, pero también de solistos que se desangran, dúos en lamentos de vidala o contrapuntos de mujer y hombre entreverados en el amor y el desprecio.


Leda Valladares, Cantando las raíces.

viernes, 6 de abril de 2012

Pasame por todos tus filtros.
Mi hablar, mi andar, mi boca, mis veranos.
No dejes ni un solo detalle afuera
Mis colores, mis rodillas, mi futuro, mis costados.
Mirate en mis ojos, y pensá si te gusta verte ahí.
Mirame los errores, los defectos, las frescuras, los proyectos.


Pensame patas para arriba, patas para abajo, encima, al lado tuyo y también debajo.
Imaginate si esto tiene futuro, si yo tengo pasado.
Fijate si me alineo con lo que necesitás, con lo que andabas buscando.


Y después de haberme visto lo que podríamos ser, en lo que seríamos un fracaso.
Cerrá los ojos frente a mi... mantenelos cerrados... y decime si tu cuerpo vibra al lado mío.
Si es así, ahora dejá la mente en blanco.



domingo, 1 de abril de 2012

Que lindo es el momento en el que algo que te gusta, te hace un mimo, se te hace amigo y te ayuda a cambiar las energías y darle para adelante. Simplemente te dice… “a ver, vení, creo que te puedo dar una mano en esta” y lo hace.


Un día raro que el candombe ayudó a entender. Cada vez me gusta más entrar en su sintonía y aprender de todo el aire nuevo que me hace respirar.