sábado, 10 de noviembre de 2012

Desde la casa de mis hermanos el cielo se ve mas lindo.
Puede ser porque justo da a un parque que no recorta el horizonte;
quizás sea porque es una zona poco comercial y no hay luces que pretendan opacar la oscuridad de la manta que nos cubre;
también puede ser, porque ahí me doy el tiempo para mirar un rato largo para arriba.

Pero sé que el cielo desde ahí, se ve mas claro porque sus casas son aptas para la contemplación...

Son casas que tienen sus ritmos particulares, pero tan flexibles que permiten a la gente querida tener su propio pulso. 

El silencio de una terraza o de una ventana abierta a una arboleda fresca, da mas aire para respirar.
Permiten viajar con los ojos cerrados y también abiertos. 

Tienen esas oscuridades que dan luz.
Ese vacío que te hace sentir plena;
ese calor que no asfixia;
esa libertad que da vértigo;
ese amor, propio de un hermano de sangre y vida.

Gracias, siempre!