lunes, 14 de noviembre de 2011



Calle lisa. Las ruedas avanzan y yo con ellas, jugando con el camino de un lado al otro. Una esquina queda atrás, otra esquina, una más, me pierdo...


Los ojos al frente solo están atentos a algunas luces por mí. La noche es absoluta y el silencio me ayuda a encontrar el mío. No tengo apuro, no voy a ningún lado aunque ya sé qué camino me va a llevar allá. 

Una calle de árboles viejos, que componen su sinfonía, sube hacia un horizonte que no puedo ver y luego me regala una bajada tranquila. Mi cuerpo descansa y sólo se deja llevar, mientras el viento me juega una carrera. Entrecierro los ojos y voy.


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